publicación Online Marzo 11, 2011
 
 
  ir a pagina principal regresar     
Edicion No. 264 , MARZO 2011
 
   

Las primaveras de la libertad

A mis hijos Nadia Libertad y Jesús Carlos, especialmente a nena
que a sus 3 años de edad gritaba: “¡Fuera Valeriano!”, a su madre que ha sido protagonista activa de las luchas que aquí se narran.


Jesús Salas Jáuregui.

Las primaveras que se viven luchando parecen prolongarse y paradójicamente tienden a hacerse muy cortas, porque parafraseando a Eduardo Galeano suelen ser “días y noches de amor y de guerra”. Porque las guerras de todos los días (la de 1973 nos dio la autonomía y la de 1984 nos devolvió la dignidad) comenzaban con la luz del día y terminaban con la noche. Pero que bonitas nos parecieron las estrellas de ese gran día de campo, de dos meses, como bautizó Marco Antonio González a la marcha, “de la libertad” en la primavera de 1984, por algo lo decía, pues de sus vivencias en este acontecimiento se escribiría un buen libro.

Evocando el 73 y con el 84, nos resultaron dos primaveras embriagado- ras, las llevamos de lo urbano a lo rural, nos apropiamos de los espacios del campo y la ciudad, que antes veíamos tan lejanos porque los considerábamos de los que nos dominan, jamás un movimiento en Coahuila había sido tan apoyado por el pueblo. Como dijera Hegel, “la historia se repite dos veces, una como tragedia y la otra como farsa” y ahora, en 1984, nuevamente estábamos frente al funcionario que el movimiento de autonomía no le gustó, era ex Secretario General del Gobierno del sexenio de don Eulalio Gutiérrez. Y en 1978 regresaba al escenario universitario como candidato a la Rectoría, Gestión que se prolongó por seis largos años.

Villegas Rico llega a la Rectoría de una institución que estaba limpia de “comunistas”, plantas de profesores completas de las escuelas de Economía de Torreón y Saltillo, de la escuela de Ciencias Políticas de Torreón, habían sido despedidas injustificadamente. El Sindicato de Trabajadores Manuales y Administrativos (STAMUAC) había sido prácticamente desaparecido, y en su lugar se creó el Sindicato de Trabajadores de la UAC, (STUAC), organización que quedaba a modo de las autoridades universitarias. Su antecesor (Melchor de los Santos) luego de tres años de enfrentar a la izquierda había ganado la batalla, a costa de sacrificar su propia reelección.

Estas condiciones y su cercanía con el gobierno estatal, favorecieron la asunción de Oscar Villegas Rico. Durante su rectorado, los niveles académicos descendieron, con excepción de algunas escuelas que mantuvieron su independencia: Arquitectura, C. Químicas, Medicina en Torreón. Después de estar en los primeros lugares del país, ahora la universidad aparecía en el panorama nacional, como una de las últimas. Además se abrían las puertas, para que la designación de los rectores fuera decidida por el gobernador en turno, aun guardando todas las formas estatutariamente establecidas.

Los mismos procedimientos que había utilizado en 1973 al pretender imponer a Jorge Mario Cárdenas, ahora se le revertían de nuevo, al intentar heredarle la rectoría a Valeriano Valdés. Once años después Villegas frente a la historia de la universidad, sufriendo las dos veces sendos juicios sumarios, uno que le dio a la universidad la autonomía y el otro que le devolvió la dignidad. En ambos casos, los universitarios decidimos enfrentar la imposición, salimos a la calle, a la carretera, y tomamos la Rectoría, cerramos las escuelas, hicimos esa gran marcha de la dignidad, que duró dos meses, nos adueñamos de las carreteras a Saltillo, ayudados por ese gran espíritu solidario que tienen los traileros, atravesando sus pesadas unidades en el camino, mientras se echaban una siestecita acostados bajo las cajas de sus tráileres.

Años después un conocido periodista de Saltillo, me platicó, que cuando tomamos las carreteras, después de esa primera gran manifestación que culminamos en el hemiciclo a Juárez, ubicado en el Paseo de la Reforma, el Lic. Espinosa, secretario particular de José de las Fuentes Rodríguez, le comentó que los profesores, los estudiantes y el pueblo de Coahuila, habíamos cerrado las carreteras de acceso a Saltillo, éste le contestó, con un desplante de ironía: “Que problema para la policía federal de caminos”.

Ese era el gobernador, clásico ejemplo del comportamiento de la clase política de ese tiempo. Paralizamos la universidad, no permitimos que la pusieran a funcionar aquellos que usurpaban nuestros espacios, quedamos impresionados con el gran despliegue de apoyo popular, padres de familia, novios y novias de los estudiantes, todos con una gran alegría y mucho valor que nacía de nuestros corazones, grandes demostraciones de amor por nuestra Alma Mater, nos sentíamos reivindicados como seres humanos.

Por supuesto que tuvimos que enfrentar una gran ofensiva de las fuerzas de Villegas Rico y sus aliados. Pero al igual que en 1973, supimos resistir y tomar la ofensiva, la calle, las carreteras, las escuelas se convirtieron en nuestras moradas, adquiriendo vida propia y un gran significado cultural para los anhelos de dignidad y democracia que inspiraba cada acción emprendida.

Grandes compañeros dieron luz a una nueva conciencia, nos reinventamos, como profesionales unos, otros como trabajadores administrativos, pero lo cierto, es que desde entonces nuestras vidas cambiaron para siempre. Los años 1973 y 1984, nos dejaron una gran huella, ahora somos mejores personas.

Hoy a 27 años de esa gran batalla por la dignificación y a 38 de la lucha por la autonomía, estamos seguros que donde quiera que estemos y lo que sea que estemos haciendo, quienes vivimos uno o esos dos grandes derroteros de la vida de la Universidad Autónoma de Coahuila, estamos construyendo un mejor país, seguimos teniendo fe y esperanza, y estamos seguros que más temprano que tarde, ese fantasma de la rebelión juvenil recorrerá nuevamente el mundo, con un grito de libertad.

contacto@elperiodicodesaltilo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino